REPORTAJES DE NAVIDAD 2025

Expedición: Estrella Polar

 En las noches frías de diciembre, cuando el humo de las chimeneas dibuja engranajes en el cielo y los relojes de bolsillo laten al compás de las estrellas, existe un portal secreto en Basauri: Kioku Fotografía.


  Al cruzar sus puertas, el visitante se convierte en viajero del tiempo, protagonista de una película mágica donde cada escena ronda los veinte minutos, como si un cronómetro antiguo marcara el compás de la aventura.... esperamos que disfrutes leyendo la aventura que hemos preparado...



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   La nieve había cubierto Basauri como un manto brillante. Entre sus calles silenciosas, unos niños descubrían un sendero secreto que los llevaba a un bosque mágico. 

Allí, bajo la luz de los faroles, se abría un tipi de lino claro y el suelo nevado cubría sus botas. 

Riendo, corrían detrás de pequeñas estrellas que caían del cielo, tratando de atraparlas entre las manos. Cada estrella atrapada se transformaba en un recuerdo eterno, guardado con mimo para toda la vida.



   El viaje continuaba hasta una estación antigua. El reloj marcaba la hora, y un tren rojo esperaba envuelto en vapor y campanas de hierro. 

Los niños, con las mejillas encendidas, subían a los vagones imaginarios que prometían llevarlos directo al corazón de la Navidad. 

Allí, cada billete era más que un pasaje: era la oportunidad de conservar un pedacito de su ilusión, tan real que podía tocarse en papel.




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   Y como toda aventura guarda un secreto... en medio del camino apareció un caballito majestuoso, adornado con guirnaldas y destellos dorados. 

Los niños lo miraron con asombro, acariciando sus riendas suaves como terciopelo. 

Montar en él era como entrar en un sueño reservado para unos pocos, un privilegio tan único como la chispa de un recuerdo inolvidable.





   Los padres observaban en silencio, sabiendo que aquellos instantes —tan fugaces como la nieve al derretirse— quedarían guardados para siempre. 

Bastaban apenas quince minutos para vivir cada capítulo de esta aventura, suficiente para que la magia floreciera sin cansar a los pequeños exploradores. 

Después, una carta llegaría al buzón de su correo: una galería privada con todas las estrellas que habían atrapado, para elegir con calma cuáles conservar. 

El vestuario, como en los cuentos antiguos, también tenía su hechizo: rojos intensos, verdes bosque, lanas suaves y terciopelos oscuros que hacían juego con la nieve y las luces doradas. Cada detalle sumaba al encanto, manteniendo viva la estética de un mundo donde la Navidad parecía construida con engranajes, sueños y música de cajas de música antiguas. 

Así terminaba su viaje: con un álbum de recuerdos en las manos, impresiones que olían a invierno y, si lo deseaban, copias digitales que les permitieran revivir la historia siempre que quisieran. 


   

Porque en Kioku Fotografía las aventuras no se cuentan… se viven, se atrapan y se convierten en Navidad para siempre.

Iratxe y Edurne

KIOKU FOTOGRAFIA